domingo, 15 de julio de 2012

LA AMENASA DE LA COCHINILLA Y LA DESTRUCCION ACELERADA DE SITIOS ARQUEOLOGICOS

LA AMENAZA DE LA COCHINILLA Y LA DESTRUCCION ACELERADA DE SITIOS ARQUEOLOGICOS. El oro verde, como actualmente es llamada la cochinilla Dactylopius coccus, es un insecto parásito fitófago perteneciente a la familia Dactylopidae, cuyo huésped son las tunas (Opuntia). Daniel Nakamura, presidente del Comité de Colorantes Naturales de la Asociación de Exportadores (Adex), señalaba que Arequipa en 2010, era el principal productor de cochinilla del país y exportador a nivel mundial, con ventas superiores a 150 millones de Dólares. El creciente mercado y los altos precios hace que agricultores de los valles de Vitor, Siguas y Uchumayo, en Arequipa, extiendan sus áreas de cultivo sobre terrenos eriazos. El problema se origina ante la informalidad del agricultor, algunas veces por ignorancia sobre las leyes y normas de Protección y Amparo al Patrimonio Cultural de la Nación, y otras tantas a la l “viveza criolla”, un mal endémico que aqueja nuestra nación. La invasión de terrenos, afecta no solo a la administración y planificación sobre terrenos del Estado, sino, que destruye sitios arqueológicos. El valle de Vitor, Siguas y Uchumayo, son solo la punta del iceberg. Grandes extensiones de terrenos son invadidas y sembradas de tuna, y numerosos sitios arqueológicos son sistemáticamente destruidos sin quedar rastro de ellos. En este momento, sitios arqueológicos como Millo 2 y 3, son destruidos para implementar este negocio. No interesan los campos de geoglifos, recintos domésticos, plataformas ceremoniales, cementerios y caminos prehispánicos, solo importa el negocio, el trafico del suelo y la pingues ganancias que de ellos se obtendrán.
Lamentamos que en un país de naturaleza arqueológica inigualable como el Perú, sean muy pocas las autoridades y personas que valoren, respeten y tengan intensiones positivas sobre el Patrimonio de la Nación. Como todo recurso no renovable, para algunos valles el recurso se está agotando y con ello no solo se destruyen las evidencias arqueológicas, sino, que se elimina definitivamente potencialidades de investigación, de puesta en valor y de generar perdida identidad cultural.

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