
Las noticias nos mostraron las acciones de estudiantes dañando los mampuestos y decoraciones arqueológicas de la Huaca Dragón, sin duda acciones que deben ser sancionadas, pero ellas solamente representan la punta del iceberg que por debajo arrastra cientos de de casos de negligencia, destrucción, falsas políticas protectoras del patrimonio y posturas de portada. La destrucción del patrimonio cultural es un común en todo el territorio patrio, desde el profesor de pueblo que en busca de un poco de historia extrae los restos de tumbas para ejemplificar la larga tradición cultural peruana, al "huaquero" inescrupuloso que en muchos casos cuenta con padrinos poderosos, pasando a municipios y organismos regionales que encuentran al patrimonio cultural como "estorbo" en el apurado proceso de sembrar "progreso y desarrollo" dentro de los "conceptos culturales" que oportunamente manejan.
Hasta hace algún tiempo denunciábamos que principalmente el patrimonio era saqueado por los casi tradicionales huaqueros, quienes arrojan irrespetuosamente los cuerpos desnudos de las momias, robando el contenido de sus cistas. Actualmente, con el "boom" económico, con el canon minero y las obras de interés nacional como al transporte del gas natural, nos han puesto en tapete una nueva realidad, donde quienes más destruyen el patrimonio arqueológico resultan siendo la inversión y ejecución de obras por las entidades señaladas, en un juego que hace notoria la polarización y aislamiento de las instituciones como el INC, donde se dicta y norma en contra de arqueólogos y se ponen trabas a la investigación científica.
En este panorama los gobernantes en el gobierno, los llamados padres de la patria tienen una tarea fundamental, el hacerse querer y respetar como padres, el hacer respetar la casa con orgullo y dignidad, el impartir normas y hacerlas cumplir con el ejemplo, la obligación de trasmitir con orgullo la herencia cultural dejada por nuestros ancestros, que conjuntamente con un territorio son parte del conjunto de rasgos que nos hacen una nación por la cual nos denominamos peruanos. En consecuencia, mientras prosigamos teniendo padrastros no obtendremos las políticas necesarias que protejan, promuevan y estimulen nuestra identidad cultural, atomizando con luchas étnicas (ahora regionales) el proyecto final que es la nación peruana. No encontremos culpabilidades en adolecentes cuyo comportamiento refleja la educación brindada por nuestros padrastros, busquemos y enderecemos el árbol, haber si comenzamos por casa.
Augusto Cardona
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INCAPACIDAD INADMISIBLE
Jesús Gordillo Begazo
Tacna - Perú
La brecha que aún existe entre Patrimonio Cultural y Sociedad, no solo pasa por la mala dación e implementación de normas y procedimientos administrativos por parte de las instituciones que el Estado ha creado (INC por citar a una de ellas), sino es parte de una dolencia estructural que ha venido socavando la falta de sentido de pertenencia de los peruanos frente a su patrimonio cultural. Esta dolencia estructural , cada vez se consolida en la medida que el Estado no asume el diseño de una POLITICA CULTURAL, que pueda revertir actitudes nefastas como el caso de los adolecentes que atentaron el año pasado el complejo arqueológico Arco Iris/ Dragón. Es que no vasta que el INC denuncie el hecho (ya consumado) y nuestro Presidente de la Nación responsabilice a los padres de los adolecentes y pretenda "que paguen pato" por algo de lo que el Estado es el responsable directo (el cuidado del patrimonio cultural de la Nación); además la actitud señalada forma parte de un mal endémico que lo sufre la gran mayoría de los adolecentes peruanos: una endeble autoestima social.
El 2001 señalé en una publicación, que aún el Estado no había podido lograr que la sociedad sienta suyo su patrimonio y que asuma -la sociedad- no solamente el deber de sentirlo como parte de su cotidianidad, sino la responsabilidad que le toca como heredera directa de dichos bienes culturales. Indudablemente, se trata de una tarea sostenida en donde los involucrados somos todos (estado, sociedad e instituciones) y para ello hace falta una POLITICA CULTURAL, en la que el Estado asuma que nuestro patrimonio cultural no es un simple "insumo" para la actividad turística, sino la base sobre la cual se construye el presente y el futuro de un pueblo; pre requisito fundamental para ingresar al carril de la naciones en vías de desarrollo. No vastan indicadores macro económicos alentadores, ni grandes esfuerzos de obras materiales (llámese carreteras, represas, puentes, colegios, parques, estadios y mas cemento por miles de toneladas = "mejoramiento de la calidad de vida") mientras la autoestima social, el espíritu y el sentido de IDENTIDAD CULTURAL de los peruanos sigan maltrechos y sentenciados a purgar CADENA PERPETUA, sabe Dios por cuantos siglos mas. Y esa si es responsabilidad DIRECTA del ESTADO.
Por eso, entiendo y me solidarizo con la INDIGNACION expresada (les sobran razones para ello). La institucionalidad que custodia el patrimonio cultural de la nación, debe dejar a un lado aquellas equivocadas acciones que sublimizan y elitizan el bien cultural como un "producto" que solo puede ser consumido por el mejor postor.
En resumen, seguimos afirmando que en nuestro país los estímulos de afirmación e identidad, han girado más en lo declarativo y el entusiasmo efímero en desmedro del derecho que le asiste a la sociedad de reconocer y aceptar su herencia histórico - cultural como parte fundamental de su conducta cotidiana y hacer de ella un proyecto de actitudes cada vez más coherente con la realidad del presente y las expectativas del futuro. Muchos de los actos vandálicos que atentan contra nuestro patrimonio cultural, obedecen principalmente a esa falta de estímulos de afirmación e identidad, haciéndose cada vez más evidente la brecha que separa a la sociedad de su patrimonio cultural, y en consecuencia, la normatividad se convertirá en un instrumento represivo que la institucionalidad seguirá utilizando para "salvaguardar" el patrimonio en desmedro de su condición reeducativa
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